Desde siempre se ha rumoreado que los miembros de una tribu ancestral y aislada que habitaba en lo que ahora conocemos la región de las quebradas se comían a sus semejantes, manteniendo la esperanza de poder comer maíz en el futuro…
Ahora un análisis de más de tres docenas de huesos confirma la prueba de que los Xiximes practicaban el canibalismo.
Los Xiximes creían que comiéndose los cuerpos y las almas de sus enemigos y utilizando sus huesos limpios en rituales, garantizarían la fertilidad de sus cosechas, de acuerdo con las anotaciones históricas de los misioneros jesuitas.
Los últimos huesos hallados prueban muestras de canibalismo “fue un aspecto crucial en su percepción del mundo y en su identidad cultural” según ha confirmado José Luis Punzo, el arqueólogo responsable del hallazgo.
Comiéndose unos a otros.
En las montañas de los que conocemos actualmente dentro del estado de Durango, habitaban 5000 Xiximes en convivencia con otros grupos precolombinos. Solamente existían rumores de prácticas caníbales en torno a los Xiximes y de los Acaxées, y sólo los primeros han sido confirmados como antropófagos.
A través de sus rituales, el canibalismo y la utilización de huesos, ellos marcaban límites entre los Acaxées y los Xiximes y el resto del mundo.
Ambos grupos luchaban contra miembros de otros, pero solamente se comían a los pertenecientes a determinados colectivos, especialmente a los hombres, pues los españoles y los miembros de otras tribus estaban infravalorados como sujetos rituales.
Una cueva con un alijo de huesos hervidos
Algunos historiadores siempre se han tomado las crónicas de los misioneros como historias míticas y exageradas, pero los huesos aparecidos en la Cueva del Maguey confirman que no había mitos en los relatos.
Los exámenes señalan que el 80 por ciento de las cuatro docenas de huesos encontradas en las casas datan de 1425, con marcas de haber sido hervidos y cortados con cuchillas de piedra.
Los huesos han permanecido intactos durante siglos, y almacenados en la aislada Cueva del Maguey, en lo más profundo de un bosque de pinos a 2600 metros por encima del nivel mar.
El ciclo de la vida
Para los Xiximes, el ciclo de siembra recolección estaba intervenido por un ciclo de canibalismo y rituales óseos de acuerdo con el reportaje del INAH.
Tras sus recolecciones de maíz, los guerreros Xiximes tenían que salir a cazar enemigos.
Muchas veces, los Xiximes cazaban a campesinos de otros poblados que estaban trabajando tierras aisladas, en otras ocasiones emboscaban a pequeños grupos en los bosques.
Los guerreros llevaban los cadáveres de vuelta al poblado, donde los Xiximes destriparían los cuerpos, con el cuidado de no estropear los huesos. En caso de no poder llevar el cuerpo entero al poblado les cortaban las manos y la cabeza solamente, según el estudio del INAH.
Las partes del cuerpo eran cocinadas en sartenes hasta que los huesos estaban totalmente limpios, y la carne se cocinaba en una especie de sopa con habas y maíz, que se comían posteriormente en una noche de rituales con bailes y canticos.
Tras el festín, los huesos eran guardados durante meses en casas del Tesoro. Cuando llegaba la época de la siembra, los Xiximes colgaban los huesos de los árboles y las casas para que los espíritus les ayudasen con las cosechas.
A raíz de estas prácticas, los Jesuitas los nominaron con el apelativo de la tribu más bárbara y salvaje del nuevo mundo.