PALABRA CIUDADANA: Por Nacho Aguado. “Si no estás conmigo, estás contra mí”
Estamos inmersos en una comunidad en la que a su vez, pertenecemos cada uno a algún ámbito social y al que nuestra actividad profesional o económica nos define de cierta forma. Las libertades de pensamiento, discernir, de actuar, no actuar, agruparse y de participar están consagradas en los derechos humanos y nuestra Carta Magna.
En Durango existe un fenómeno muy característico: “La etiqueta política”, y es que en nuestra sociedad solemos calificar y definir a las personas en base a la percepción y a los convencionalismos políticos.
Si alguien trabajó en algún gobierno, se le etiqueta como una persona fiel al grupo, y no de manera institucional; con fierro de herrar del partido político en el gobierno. O bien, si se es crítico es señalado como enemigo o como testaferro de grupos contrarios.
Las costumbres de las que hablamos se han generado con el paso del tiempo y la experiencia, y es que de manera viciosa los intereses políticos y económicos en nuestra entidad, son los que han dictado el comportamiento y el rumbo de nuestra comunidad. En Durango dependemos del gobierno, y por ello, permea de sobremanera el señalamiento personal de alguna “etiqueta política”. ¿Siempre se pertenece a algún interés político? No lo creo.
Así: “Si pegas a los verdes, seguro eres azul”, “si pegas a los azules, tienes intenciones verdes”, “si pegas a los dorados, seguro tienes intereses con los gallos”, “si increpas a los Deras, seguro eres empleado de algún exgobernador”, “si pegas al sistema, es porque no te pelan y quieres entrar al gobierno”, “si pegas al gobierno, quieres chayote ($)”, “si callas, ya estás maiceado”, “si te vemos en un café con un panista, traes acuerdo”.
Lo anterior es real, y así calificamos de manera liviana a los principales actores y a quienes se convierten en algún momento o espacio, en protagonistas públicos.
En el ámbito de los medios de comunicación, reporteros, conductores, líderes de opinión y columnistas, sucede algo similar. El poder que ostentan no sólo por el acceso a gran información, sino de tener espacios de comunicación masiva, les brinda la posibilidad de controlar, blindar y racionar los impactos mediáticos y hasta en redes sociales. Son influencer´s que tienen grandes seguidores y que influyen por la credibilidad de la que están investidos de manera natural. Tienen mucho impacto, unos menos y otros poco; algunos tal vez nada. ¿Quiénes? No lo sé, y además ese escrutinio es absolutamente social y el tiempo lo otorga.
Es insano que de manera ligera se etiquete y se asegure sin elementos. Claro está que somos culpables porque la historia nos dice que efectivamente se cae ante esos intereses de los que hablamos, pero esas costumbres también nos hacen caer en errores.
“Somos lo que mal pensamos”, y es cierto.
En lo particular, me ha tocado escuchar directamente y varias veces la “etiqueta política” respecto a gente que conozco, y he desmentido de inmediato esas posturas o ideas erróneas con elementos y con conocimiento personal, ¿y qué cree?, sí, me han etiquetado de ser igual o estar en el mismo corral de la persona “etiquetada”, pero al final les dejo siempre el razonamiento que plasmo en este texto.
Es un tema delicado, las “etiquetas políticas” son malas y hacen daño. Nos predisponemos y eso nos hace ser personas de criterio corto. A quienes se dan la oportunidad de abrir el panorama y no dejarse llevar por las predisposiciones, se llevan sorpresas agradables.
No, no siempre se defiende por interés; no siempre se critica por buscar hueso o chayote (dinero). Sí los hay, pero no podemos generalizar por la costumbre y los convencionalismos duranguenses.
Todavía existen las convicciones y la objetividad; sobre todo la imparcialidad.
Yo critico las etiquetas vacías y livianas y defiendo el respeto a la auto definición y las libertades que tenemos los seres humanos. Lo recomendable es que seamos transparentes y abiertamente expresemos nuestras intenciones, proyectos e intereses; no pasa nada, porque no es malo.
No creamos en cualquier cosa.
Desde cualquier partido político o espacio alguno, se puede desarrollar las potencialidades y abonar en mejorar nuestro entorno.
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