Cuando estudias mercadotecnia, lo primero que te enseñan es que el miedo vende. Afirman y promueven, que si hacemos que una persona se sienta insegura, insatisfecha e inferior por no tener o pertenecer (encajar) en algo, inmediatamente la persona tratara de comprar o encajar en algo para “sentirse” mejor (las compras por impulsos, emociones, sentimientos). El actual sistema económico nos comercializa a todos continuamente, de tal forma que promueve una sociedad para que las personas nos sintamos constantemente insatisfechas, inseguras e infelices.
En las últimas décadas, todo se ha tratado de una economía de consumo y no tanto de producción. El autor español Borja Vilaseca dice que <<Una de las ironías de nuestro tiempo es que formamos parte de un sistema económico que necesita que los ciudadanos nos sintamos permanentemente vacíos e insatisfechos para desear siempre más de lo que tenemos>>.
El doctor y catedrático de psiquiatría, Enrique Rojas dice en su libro “El hombre light”. <<El hombre moderno es sin sustancia, sin contenido, entregado al dinero, al poder, al éxito y al gozo ilimitado y sin restricciones, no cree en casi nada, sus opiniones cambian rápidamente y ha desertado de los valores trascendentes.
Vive rebajado a nivel de objeto, manipulado, dirigido y tiranizado por estímulos deslumbrantes, pero que no acaban de llenarlo, de hacerlo más feliz. Su paisaje interior está transitado por una mezcla de frialdad impasible, de neutralidad sin compromiso>>.
“Nuestros tiempos son tiempos de mediocridad, de falta de sentimientos, de la pasión por la ignorancia, de pereza, de la incapacidad para empezar a hacer algo y el deseo de tener todo ya hecho”. Fiódor Dostoievski.
Si de algo se caracteriza esta postmodernidad, es la relativización de los valores y la moral, el subjetivismo y la deconstrucción cultural. Consecuencia de esto, nos encontramos en una severa crisis existencial de la persona, reinando un vacío interior y la falta de significado en el ser y en la vida.
Vemos una sociedad dominada por la frivolidad, centrada en el consumo, aturdida por la publicidad, infantilizada e influenciada por los personajes de moda… la moda como eje de conducta (farandulismo).
Y es que, a pesar de estar viviendo en la mejor era de la historia, donde prácticamente lo tenemos todo desde el punto de vista material, con la tecnología a través de sus múltiples medios (sobre todo las plataformas sociales) han venido a revolucionar por completo todos los sentidos nuestra vida, principalmente en la forma de pensar y como consecuencia de actuar. Si bien es cierto, con estatecnología se han resuelto problemas económicos y de salud, donde la calidad de vida ha mejorado, pero también nos ha dado más problemas psicológicos, emocionales, psicosociales.
Numerosos educadores y profesores, han notado una falta de resiliencia emocional y exceso de demandas egoístas (narcisismo colectivo). Estudios de expertos y especialistas, han constatado que, durante los últimos 50 años, el nivel de vida aumentó drásticamente en el mundo occidental, precisamente porque los avances tecnológicos han traído todo tipo de “progreso” en todos los ámbitos, sin embargo, la auténtica felicidad ha decrecido, mientras que las enfermedades mentales, los trastornos de ansiedad, el narcisismo y la depresión van exponencialmente en aumento.
A raíz de esto, la persona es más ansiosa, insegura, depresiva, insatisfecha y por tanto adicta-consumista (conveniente para todas las corporaciones digitales). Se trata de una profunda crisis existencial, de falta de sentido y de propósito de vida.
De aquí tenemos la figura de esa persona light, que a su vez está inserta en una sociedad light. Una persona que se ha diluido en su estructura interna, una persona que se preocupa más por la estética que por el contenido, una persona light idiotizada por los placeres de la vida, una persona con mentalidad cortoplacista del aquí y del ahora y que no sabe de los proyectos de vida a largo plazo, una persona atrapada en la inmediatez y de lo volátil, sumergida en pensamientos de relaciones desechables.
Para esta persona light todo le apetece pero nada le da significado. El psicólogo Jordan Peterson, dice que este problema radica, porque las personas buscan aquello que los hace “sentir” felices en lugar de buscar aquello que tiene significado. ¿Esto por qué? Porque lo que tiene significado requiere lucha, esfuerzo y sacrificio, es desarrollarse como persona virtuosa que consiste en hacerse mejor cada día.
Dicho lo anterior, quizás podamos comprender un poco esas interrogantes de ¿Por qué el hombre moderno, teniéndolo todo desde el punto de vista material no es feliz? ¿Por qué a pesar del sexo, alcohol y drogas, aun no es feliz? ¿Por qué si a pesar de comprar todos los placeres del fin de semana, no es feliz?
Las personas buscan la felicidad en cosas materiales, al no conseguirlas son infelices.
Con el uso desmedido de los medios digitales y su adicción a las redes sociales, se ha evidenciado la débil estructura interna y se hace más grande la crisis de nuestro ser, exteriorizamos en el mundo de las redes sociales una vida completamente hedonista y que además se basa en un sistema comparacional.
Quizás estemos llegando a un punto donde se pierda la creatividad, el sentido común y el pensamiento crítico, estamos ante el auge de la miseria conformista, la indolencia y mediocridad como norma establecida, donde esa pérdida de virtudes y valores, la falta de ética y moral están indiscutiblemente a la baja y no tenerlos pareciera que están dentro del orden establecido.
Con este exceso de información, se trata de una sociedad relativamente bien informada, pero con escasa educación humana, muy entregada al pragmatismo, por una parte, y a bastantes tópicos, por otra. Todo le interesa, pero a nivel superficial; no es capaz de hacer la síntesis de aquello que percibe, y, en consecuencia, se ha ido convirtiendo en una sociedad trivial, ligera, frívola, que lo acepta todo, pero que carece de unos criterios sólidos en su conducta. Todo se torna en él etéreo, leve, banal, permisivo. La persona pierde su autenticidad, se va deformando.
La postmodernidad enaltece la banalidad, placentero con lo efímero.
¿Cuáles son las principales motivaciones de la persona light en este postmodernismo? Todas aquéllas correspondientes al hedonismo materialista permisivo. Que parte con el ideal: la comodidad. La sociedad actual lo trivializa todo y propugna la ley del mínimo esfuerzo y de la máxima comodidad.
Este tipo de persona moderna-light no se entrega a nada, sólo se reserva para sí misma y para su disfrute personal: culto al cuerpo, netflix, dietas light, cierto espiritualismo diluido de todo tipo tradición (sincretismo religioso), “influencers” y gurús de moda, esclavos en el mundo fantasioso de las redes sociales dejándose arrastrar por las corrientes ideológicas, sin capacidad sintética y sin tiempo para madurar intelectual y personalmente.
A las personas light les guía ese apetito de consumismo y materialismo, disfrazada de “prosperidad o abundancia” (pseudoprosperidad). La persona light ha relativizado lo esencial y ha enaltecido lo superficial, relativizado la verdadera educación, libertad, sexualidad, elementos psicológicos, conductas morales, vacío existencial o pérdida o falta del sentido de la vida, adicciones y el concepto de felicidad.
La sociedad se encuentra más crispada internamente, una sociedad que ha perdido la paz y que no tiene dirección, que va a todas partes pero no llega a ningún lugar, una sociedad que ha caído en el nihilismo y que con este globalismo va perdiendo su esencia y sus raíces, va perdiendo la identidad cultural, solo basta con recordar las palabras de Aleksandr Solzhenitsyn <<Para destruir a un pueblo, primero debes cortar sus raíces>>.
La sociedad ideal del postmodernismo es esa sociedad light, el común es la persona inmanente. No cree en casi nada, sus opiniones cambian rápidamente y ha desertado de los valores trascendentes. Por eso se ha ido volviendo cada vez más voluble; ha ido cayendo en una cierta indefensión.
De este modo, resulta más fácil manipularla, llevarla de acá para allá con las “narrativas oficiales”, que con su ya débil pensamiento y criterio, resulta fácil deconstruirle para someterla y controlarla. Al no tener un criterio definido, no tiene ni la más mínima idea de la perversa reingeniería social que se está llevando a cabo con la maquinación de eslóganes baratos para la implementación de ideologías.
¿Qué nos toca hacer?
No nos engañemos, estamos ante una batalla cultural, ideológica y espiritual que se ha maquinado por décadas. Una batalla desde el lenguaje, terminología, símbolos, conducta, moral, psicología, educación, formación, ética y la religiosidad.
Estamos ante una batalla contra una ideología invisible y toxica que está suprimiendo y negando la historia para reescribir otra, llenándola de fantasías para “legitimar” esta atroz ideología”. Es una batalla contra una ideología que parte como un monstruo sigiloso que ha ido permeando y dejando deterioros en la sociedad las últimas décadas, pero que en los últimos años se ha vuelto más letal.
Una batalla con mensajes ocultos y la sublimación como arte para normalizar lo anormal, que moraliza lo inmoral y perverso, una ideología que “abandera” la igualdad, libertad de expresión y pseudo-derechos, pero con su totalitarismo imponen sus nefastas condiciones y aplastan al disidente, haciendo valer la censura y cancelación a través de sus medios hegemónicos de desinformación y manipulación.
Estamos en una batalla contra esta ideología que relativiza lo esencial, que destruye lo trascendente y que ridiculiza el arte, cultura y que además promueve la incultura, esta ideología que enaltece la banalidad y se burla del sentido común y la razón.
Me refiero a la perversa ideología de género. Recordemos que cuando se destruye la cultura y la formación, surge el caos. Por eso, los ideólogos de esta funesta ideología han tenido como objetivo a la que ellos tildan como “familia tradicional”, sobre todo a los niños y jóvenes. De tal forma que no es ninguna casualidad la dilución en la educación de las escuelas, ya que han secuestrado por completo los centros de pensamiento (instituciones de enseñanza)… se ha abolido la verdadera formación.
Solo hace falta observar con atención… ver cómo nos infunden miedo los medios, como intentan manipular conciencias ¿Qué mensajes nos dicen los noticieros, series y películas actuales? ¿Para quienes trabajan los medios de comunicación tradicionales? ¿Para quién sirven los actores y políticos de moda? ¿Qué mensajes dice la música moderna? ¿Por qué intentan destruir a la que ellos llaman familia “tradicional”? ¿Quién financia los movimientos LGTBQ+, feminismo radical, y pro-aborto? ¿Quién está detrás de los programas de sexualidad, planificación familiar y cuáles son sus fines? ¿Por qué intentan destruir catedrales, plazas, monumentos históricos y el arte? ¿Por qué se intenta desnaturalizar a las personas? ¿Por qué censuran al disidente, al de opinión contraria al de sus intereses?
¿De qué lado estas? Solo déjame recordarte que los tibios no sirven en ninguna parte. Tú decides de qué lado pelear. Mi causa está clara, yo estoy en medio de este problema y lucho desde mi trinchera contra este Leviatán ideológico.
Autor. Paolo Enrique García Cárdenas
“Soy mucho más de lo que leerás y escucharas de mí”.
Apasionado del mundo del emprendimiento y de la formación.
1 comentario
Muy interesante este artículo. Estoy de acuerdo que el vacío interior nos atrae quererlo llenar con cualquier objeto, lo más cercano y fácil de conseguir. Pero ningún proceso de este tipo, es demasiado corto para conseguirse, en un tiempo rápido ni para que todos logremos sentirnos plenos y llenar nuestro fondo de una manera que logremos una estabilidad emocional. Como en todo, quedan dos opciones; hacer algo o estar igual. Tiene que ser una decisión personal el decidir romper este ciclo de consumismo sin razón de crecimiento personal para cumplir nuestras necesidades, sino de crear necesidades fantasmas. Porque más que una guerra que existe en el exterior, inicia con nosotros mismos.