Durante la Semana Santa, en especial el Jueves Santo, los duranguenses celebran la tradición de la Visita de los Siete templos, la cual nace desde la época colonial y consiste en reunir a todas las familias católicas para pedir el perdón por haber enjuiciado y crucificado a Jesús.
En la actualidad, la tradición continúa viva, los creyentes se permiten un momento de oración en cada uno de los templos, por lo que en cada templo que se va visitando significa una estación en donde se recuerda el recorrido de Jesús antes de crucificarlo.
Estos momentos que representan los templos son:
- 1era. Desde el Cenáculo hasta el huerto de Getsemanía, donde oró y sudó sangre.
- 2da. Desde el huerto, donde fue preso, hasta la casa de Anás, donde fue interrogado y recibió una cruel bofetada.
- 3era. A casa de Caifás, donde fue escupido y padeció graves injurias y dolores toda la noche.
- 4ta. A casa de Pilato, el gobernador romado donde fue acusado por los judíos con muchos falsos testimonios.
- 5ta. Al palacio del rey Herodes, donde fue escarnecido por él y toda su soldadesca.
- 6ta. De vuelta a casa de Pilato, donde fue azotado, coronado de espinas y escarnecido y condenado a muerte.
- 7ma. De casa de Pilato al monte Calvario llevando a cuestas la cruz en la que fue crucificado.
Esta tradición de pedir perdón a Dios se estima que data del año de 1300 y como ya es sabido llegó a México a raíz de la evangelización con los españoles.
Pero no todo es perdón, culpa y sufrimiento durante estas visitas, también la gente suele hacer peticiones, agradecer y alabar a Cristo por quedarse en la Eucaristía.
El significado del numero 7 según la tradición cristiana encierra la idea de la perfección, visitar las siete casas dan a entender que uno quiere seguir a cristo a todas partes y reflexionar profundamente su pasión.
Durango es una ciudad muy rica en tradición, además de contar con elegantes y hermosas construcciones coloniales, es de obligación hablar también de las riquezas con las que cuenta y hacer una pausa obligada en sus templos, tanto por su arquitectura como por sus altares.
Aquí una reseña de siete templos importantes de Durango, tanto en arquitectura como en historia para visitarlos en esta semana Santa:
Templo de San Juan Bautista de Analco
Se encuentra ubicado entre las calles de Belisario Domínguez y Volantín, en la capital duranguense; fue edificado donde antes estuvo la primera misión franciscana, fundada por Fray Diego de la Cadena en 1556.
Fundado donde antiguamente se encontraba un pueblo tepehuano llamado Analco, llamadoi así por su significado indígena que quiere decir “A la orilla del agua” ya que se encontraba a las orillas de lo que se conocía como la Acequia Grande o el boulevard Dolores del Rio como lo conocemos ahora.
Su trabajo de cantera en su mayoría cuenta con detalles de estilo Neoclásico en su interior y en la puerta principal y con ciertos toques de Neogotico en la torre y puertas y ventanas laterales, trabajo realizado por el ya célebre escultor Benigno Montoya.
Templo de Santa Ana
Construida inicialmente como una capilla sencilla entre los años de 1723 y 1734, la construcción se agrandó a finales del siglo XVIII y restaurada en el siglo XIX.
Templo dedicado a las monjas capuchinas cuenta con dos portadas laterales de estilo Barroco como la de los templos de los conventos que demuestran una interesante decoración en cantera con columnas que separan las dos portadas laterales.
Lo interesante de este templo es lo que representó durante la Revolución Mexicana, en especial durante la toma de Durango, pues en su torre y en su cúpula se pueden ver marcas de balas cuando los revolucionarios usaron este templo como una trinchera e incluso en la cara sur de la torre se puede ver el impacto de una bala de cañón.
Templo de Nuestra Señora de los Remedios
El cerro de los Remedios, es un su sitio importante para los duranguenses porque a través de su historia se ha entretejido una buena parte de nuestra identidad y un testimonio cultural que no debe pasar desapercibido, contemplarlo de lejos es una muestra de la grandeza que los duranguenses tenemos y no tomamos en cuenta, ya de cerca es un gran observatorio, un gran mirador que nos da identidad y orgullo de la ciudad en la que vivimos.
Una vez concluidos en la cuidad los trabajos de las fracciones en la Catedral y el Santuario de la virgen de Guadalupe, en 1651 se comenzó a reedificar la ermita de los Remedios ubicada sobre el cerro del mismo nombre.
El altar mayor de la capilla es de estilo neoclásico, enmarcado por columnas estriadas y entorchadas con listones dorados, los capiteles son compuestos y pintados de dorado, en medio de ella como formando un expositor está un nicho de madera, donde se encuentra la imagen de la pequeña puerta que da al camarín donde probablemente guardaban sus ricos ropajes y era el lugar donde se le vestía.
El altar del templo es del siglo pasado, dado que los retablos de madera dorada que allí había fueron destruidos y quemados por los soldados que ahí se apostaron durante una de las tantas batallas que la ciudad de Durango sufrió en la revolución mexicana compartiendo un destino similar al del templo de Santa Ana durante esos años.
Templo de San Agustín
Ubicado en la avenida 20 de Noviembre entre las calles de Hidalgo e Independencia en el Centro Histórico de la ciudad, es uno de los más visitados por los católicos duranguenses.
Como capilla y convento construido en adobe, San Agustín era propiedad de la Orden Franciscana, que después pasó a dominio de la Orden Agustina, los cuales llegaron a Durango en el año de 1622.
El templo con su cúpula y crucero que hoy en día es visitado por los feligreses se comenzó en 1869 y fue ampliado a tres naves en 1895, gracias a los esfuerzos de San Vicente Avelar y los donativos de Ángela Flores de Flores, el altar mayor de estilo neogótico fue elaborado por el escultor Benigno Montoya, así como también el altar de Nuestra Señora de los Dolores de estilo neoclásico, entre otros.
Templo del Sagrado Corazón de Jesús
Construido entre 1891 y 1948 siendo una construcción basada de la Sacre Coeur de París, en el lugar que ocupara la Real Casa de Moneda, se caracteriza por los detalles arquitectónicos con influencia románica y gótica en sus vitrales.
Una de las edificaciones más importantes de nuestra capital lo es sin duda el templo del Sagrado Corazón de Jesús, una belleza arquitectónica que pocos se detienen a admirar, ubicado en el barrio de San Antonio, un lugar que ha logrado convertirse en parte de la tradición duranguense, por ser un espacio lleno de colorido, quietud y leyenda que ha despertado la inspiración de diversos personajes.
Según historiadores, la primera piedra fue colocada el 12 de abril de 1891, el proyecto fue del ingeniero Francisco Rodríguez y bendecida la primera piedra por el Ilmo. Sr. D. José Vicente Salinas, según relato tomado del seminario católico “El Domingo” en su número 16, en el año de 1896 se suspendieron los trabajos y no es hasta 1904 cuando se reanudaron esto gracias al empeño del presbítero Julio del Palacio, continuando hasta 1908.
Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe
La construcción de este templo fue iniciativa del obispo Barrientos Lomelín, quien deseaba tener aquí su casa particular de descanso. Las obras comenzaron en 1653, aunque el edificio no se dio por terminado hasta el año 1722.
Aun cuando nunca se considera al Santuario como una edificación antigua, este fue construido de mitad del siglo XVII a 1722 cuando se terminó su primera etapa. De estilo neogótico, es posible que sea uno de los templos más sobrios de esa época con que contamos, ya que sus decoraciones barrocas son de lo más austero posible.
Catedral Basílica Menor
Es la representación arquitectónica más importante del estado, y una de las edificaciones más bellas del norte del país. Ocupa el lugar de la antigua parroquia de la Asunción.
Se levantó hacia 1695, y es obra del arquitecto Mateo Nuñez. La obra se terminó parcialmente en 1713, pero se dio por terminada de manera formal en 1844, con la finalización de la decoración interior y los altares. y también los monumentos ya conocidos dentro de la catedral.
Ubicado en el ábside del templo, detrás del ciprés, se encuentra el coro, hermosamente tallado en madera de caoba, estofada y policromada. Data del Siglo XVIII. Es la segunda sillería más hermosa y ricamente tallada del país, después de la que se conserva en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Tiene 25 sillas altas y 18 bajas.