Dados los lamentables hechos donde el doctor duranguense Miguel Ángel Luna Calvo perdiera a su menor hijo por ahogamiento en el lago artificial de Xcaret, no se ha abordado como debe el asunto del “perdón” a la empresa operadora del parque, otorgado bajo coacción con tal de que le entregaran el cuerpo del niño a su familia.
Ese perdón otorgado por el cardiólogo en tales condiciones al grupo Xcaret no puede siquiera ser considerado “voluntario” por la ley. Ese “perdón” debiera ser revocado dadas las condiciones de su “otorgamiento”. No se puede hablar de “perdonar” en unas condiciones de estrés como las experimentadas por el galeno después de lo sucedido. No se puede hablar de “otorgar” cuando fue obtenido a la fuerza, presionado con algo tan delicado como la liberación del cuerpo de su hijo para poder ser traído a su tierra natal para ser sepultado. No se puede hablar de disculpar al centro recreativo cuando el padre fue quien tuvo que SUPLICAR por su hijo.
Es URGENTE poner este tipo de recursos legales a discusión por la suprema corte de justicia de la nación dadas las condiciones en las que son obtenidos. Se habla de acciones contra el Dr. Luna Calvo que equivalen a tortura para poder obtener su rúbrica en un documento legal extenso cuidadosamente redactado para eximir de cualquier acción legal al poderoso grupo hotelero en hechos como el que nos ocupa.
Artimañas ruines y deshumanizadas que ponen en entre dicho el objeto del documento. A mí me perdonas a costa de tus derechos/necesidades. No es posible “perdonar” a quien arrebata una vida de esa manera y además, tiene en su poder lo que queda de ella, en este caso, estamos hablando de un acto abusivo, intimidatorio, desalmado, corrupto.
El padre del menor hubiera incluso pagado de ser necesario porque le devolvieran a su hijo. ¿Eso es justo? ¿Esto es moralmente aceptable? En lo absoluto. La ley debe contemplar estos aspectos subjetivos para poder revertir parte del daño ocasionado a la familia del doctor porque este es el objeto mismo de la ley, impartir justicia y en este asunto los únicos en salir bien librados es el Grupo Xcaret.
La ley debería estar sujeta a la ética y disolver de manera irrevocable esta clase de exenciones de responsabilidad que se consiguen instigadas por un dolor indescriptible, uno que puede ser vejado a tal grado que se pasa sobre este para obtener un salvoconducto.
Ya hay un caso similar de un menor succionado en el 2003 por una de sus albercas que corriera con la misma suerte que el pequeño Leo, y al parecer sin pena ni gloria su paso por los tribunales de Quintana Roo. Aquí esa la impunidad es lo que hay que combatir. Cuánto camino en materia de justicia nos falta en México, que esto no quede en el vacío, esto debe ser discutido por quienes hacen las leyes.
Que esto sirva de referencia para que no haya un solo padre más que deba hincarse ante quienes “procuran” la justicia para que le regresen el cuerpo inerte de lo que más ama y, antes de hacerlo le arrebaten su derecho a reclamar que le sea reparado el daño padecido.
Si a las víctimas de violencia familiar ya se les reconoce la incapacidad emocional de ver por su integridad y el delito se persigue de oficio, ¿por qué a quienes ocasionan incidentes de esta naturaleza, aún cuentan con la ventaja jurídica de poder salirse con la suya? Que enfrenten la ley sin ningún tipo de blindaje y se hagan responsables de sus omisiones o negligencias. Recursos los tienen. Por millones.
YA BASTA de dejar solos a quienes luchan con poderes de estas dimensiones, la ley en México no puede seguir siendo más tirana con las víctimas que el mismo acto que las victimizó aunado al poder económico y político de los perpetradores.
Autora: Claudia Rebeca Martínez Treviño