Durante la década de 1950 se consideró al lobo gris mexicano como portador de rabia y el principal depredador de ganado, lo que condujo a una caza desmedida del animal tanto en el sur de los Estados Unidos y el norte de México, por parte de la Oficina Sanitaria Panamericana Zona II; en la actualidad sólo 350 ejemplares de esta bella especie se mantienen con vida.