Francisco Zarco, ese entrañable periodista liberal de corta pero intensa existencia, excelente reportero del Congreso de la Constitución liberal de 1857, redactor jefe de El Siglo Diez y Nueve, autodidacta, ministro de Relaciones Exteriores y ministro de Gobernación después de la Guerra de Reforma, pero siempre, y ante todo, legendario periodista. Había vivido con extrema modestia, pero a la hora de su muerte la patria liberal se esforzó en recompensarlo.