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Curiosidades de la historia de Durango (Parte 2)

Durango tiene mil y un historias que contar, sus calles, edificios y familias esconden muchísimas anécdotas. Conocimos un poco en la publicación pasada, del Ex-Gobernador del Estado de Durango, Don Juan Manuel Flores, ahora aquí les dejamos algunas curiosidades de la historia de Durango, parte 2.

 

El Doctor de la Casa de escombros

Templo de San FranciscoA principios del Siglo XX, un señor que se decía doctor pero que no ejercía, compró un pedazo de terreno del Cerro de los Remedios, donde se dispuso a edificar una casa. El Doctor pagó a unos carretoneros para que le llevaran pedazos de cantera de las ruinas del Templo de San Francisco y del Templo de la Tercera Orden, los cuales habían sido demolidos por orden del General Gavira, junto con el Convento de San Antonio. Todos estos edificios pertenecían al conjunto de la Orden de Frailes Franciscanos.

De los escombros le llevaron pedazos de cantera tomados al azar, con los cuales conformó el marco de la puerta del mencionado Doctor (Tentativamente apellidado Samaniego), asimismo le llevaron la pila de agua bendita del templo de San Francisco, la cual convirtió en una fuente y bebedero de agua para los pájaros.

También tenía los capiteles de los pilares de las torres como asientos en su jardín y el timbre que puso en su puerta era la rueda con campanitas que se tocaba en la iglesia.

El Doctor Samaniego pregonaba que era descendiente de los Médicis, una poderosa e influyente familia del Renacimiento en Florencia entre cuyos miembros se destacaron los tres papas: León X, Clemente VII y León XI; numerosos dirigentes florentinos, miembros de las casas reales de Francia e Inglaterra y que sobresalieron por ser mecenas, patrocinando desinteresadamente a los artistas y científicos de su época.

 

La historia de Doña Nepomucena Alcalde; una de las defensas más brillante del Derecho Penal

En el Siglo XIX, la hoy calle de Patoni, entre Aquiles Serdán y Negrete, era conocida como, “La Calle del Pendiente”. Esta calle fue testigo de un crimen que quedaría en el archivo histórico de la ciudad, sobre todo, por la brillante actuación del Licenciado José Fernando Ramírez.

Se trata de la historia de Doña Nepomucena Alcalde, una mujer muy guapa que fue acusada de asesinar a su esposo, de quien esperaba un hijo, en complicidad de su hijo adoptivo (que según algunas fuentes también era su amante) Juan Hernández.

Según algunos libros, esta acusación quedó resuelta gracias a la actuación del ilustre jurisconsulto Fernando Ramírez, quien desempeñó una admirable actuación frente al jurado, que acusaba a la Señora Nepomucena de parricidio, logrando que ésta evitara la pena de muerte, valiéndose, entre otros argumentos, de su futura maternidad.

Sin embargo, el amante de la Doña no corrió la misma suerte, y fue acusado y condenado a morir ahorcado un 16 de agosto de 1866.

Pero ¿qué es lo que hace tan interesante a esta historia? Pues esta extraordinaria actuación jurídica fue tan llamativa dentro del ámbito penal y social que incluso se escribieron libros que redactaban cómo es que el abogado de Doña Nepomucena Alcalde desempeñó tan inteligente defensa.

Además, ha sido el tema en varias obras a cargo de la compañía de teatro “La Balanza” bajo el nombre “Causa Célebre” presentadas por el ICED en los teatros de la ciudad de Durango.

Cabe resaltar que esta defensa es considerada como una de las defensas más brillantes del Derecho Penal.

Los Patos ahogados de la Plazuela Baca Ortiz

Cuentan los antiguos periódicos de Durango, que circularon por el año 1906, algo curioso y casi gracioso.

Hubo una época en que estuvo lloviendo en la ciudad una semana completa sin parar, en esos tiempos en el lado Sur de la Plazuela Baca Ortiz había un estanque con patos rodeado de tela de gallinas.

Con la lluvia tan fuerte y constante, la Acequia Grande, que hoy es la Avenida Dolores del Río, terminó por desbordarse. Al subir el agua un metro y medio de altura, los patos del estanque quisieron escapar, pero la corriente era tan fuerte que terminó por arrastrarlos contra la tela y se ahogaron.

Este artículo se encuentra archivado en el Museo Regional de Durango a disposición del público en general.

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