Durango está lleno de figuras y personajes sorprendentes: actores de cine y teatro, directores, artistas, y un sinfín de personas nacional e internacionalmente reconocidas en todas las áreas.
Hoy, toca recordar a un personaje que en su época dio mucho de qué hablar, tanto por su historia como por la reputación que logró formarse mediante el temple y la decencia. Un ejemplo más de que Durango le da al mundo magníficas personas.
En la época en la que el general Jesús Agustín Castro fue gobernador del estado de Durango, se reformo el Poder Judicial, un 21 de Abril de 1922, reforma en la cual se modificó el artículo 55 de la Ley Orgánica y Reglamentaria de la Administración de Justicia del Estado, para establecer la figura de un segundo Juez Asesor, nombrándose en el cargo de Primer Asesor al Lic. Enrique López Portillo y quedando como Segundo Asesor el Lic. Carlos Espeleta.
Carlos Espeleta Torrijo nació en Durango el 25 de noviembre de 1892 y fue conocido, gracias a su reputación, como “El Juez Incorruptible”. Después de concluir sus estudios se trasladó a la ciudad de México donde lo nombraron agente del Ministerio Público y, en 1942, Juez Penal en el D.F.
Fue juzgador en dos de los casos penales más sonados en México: el proceso al estrangulador de mujeres Gregorio “Goyo” Cárdenas, y el proceso al ingeniero José Luis Paganoni Castro, asesino del actor Ramón Gay. En aquellos tiempos el jurista protagonizo titulares de la prensa como “Paganoni teme caer en manos del incorruptible Juez Espeleta” y uno más que decía “Espeleta, el insobornable, lo va a juzgar por homicidio y daños”.
Incontables anécdotas ayudaron a construir su reputación, de hombre íntegro, la más famosa consistió, cuando durante una causa, recibió una consigna escrita por cierto Presidente de la República. Sin inmutarse, Espeleta ordenó que dicha tarjeta fuera agregada al expediente que estaba instruyendo a fin de que surtieran los efectos que en su caso procedieran.
Pese a su fama de honradez, el abogado Carlos Espeleta Torrijo jamás fue promovido a magistrado propietario del Supremo Tribunal de Justicia de Durango, lo que al parecer fue su sueño dorado.
Murió en la capital del país el 22 de Enero de 1983.