Inicio Historia de Durango Conoce un poco más de la Plazuela Baca Ortiz o la Plaza de la Inquisición

Conoce un poco más de la Plazuela Baca Ortiz o la Plaza de la Inquisición

por Elena Uribe

La historia del paseo de Las Alamedas nace a finales del Siglo XVIII en la época colonial y nace de la necesidad de tener un lugar de esparcimiento.

El historiador y cronista de la ciudad, Javier Guerrero dice que hay antecedentes de 1790 se hace una primera plantación de álamos para hacer un parque público junto al río que atravesaba la ciudad.

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Aunque la versión de los antiguos historiadores Everardo Gamíz y Manuel Lozoya apuntan que la plantación de los álamos se dio en 1824 por órdenes del primer gobernador de la época independiente, Santiago Baca Ortiz.

El historiador indicó que a finales de 1700, la Plazuela Baca Ortiz era conocida como la plaza del Terror, ya que allí se hacían los escarnios públicos de la Santa Inquisición.

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Aunque no se tiene antecedentes de ejecuciones, indicó que en 1792 se construyó un quemadero, por lo que supone que si había condenados a muerte.

Realizándose una colecta entre personajes notables de la Nueva Vizcaya y Zacatecas, para reunir fondos y construir en el mencionado lugar el quemadero y la horca, mismos que desparecieron para siempre.

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Según lo que comentó el ya fallecido cronista duranguense Manuel Lozoya, “en el punto establecido al sur del Centro Histórico, precisamente entre las calles Juárez y Madero, y más precisamente donde desemboca Victoria, contaba en aquellos ayeres con un quemadero y una horca, donde se quemaba o se ahorcaba a los sentenciados con esa horrenda muerte, por el tribunal de la Inquisición”.

Sancionaba públicamente amarrado a personas y la gente podía aventarle cosas y ganó la fama de que se conociera como la plazuela de los ajusticiados.

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Sus leyendas están ligadas a pasadas de carretoneros negros, al paso de una mujer que llora por sus hijos muertos y a cientos de anécdotas relatadas por los lugareños, ya que aseguraban escuchar a ciertas horas de la noche, lamentos quejumbreros y llantos lastimeros que crispaban los nervios de las personas más serenas, y más de una persona, asegura haber mirado fantasmas y sombras de aparecidos, atribuidas todas a las ánimas en pena de los infelices que perdían la vida en la horca o eran quemados vivos.

Mismo que desprendió por un tiempo la atención de los curiosos y corroborar si encontraban algún vestigio o prueba de víctimas de la Santa Inquisición durante los trabajos de remodelación de la plazuela en el 2007.

La historia y las fantasías han revivido este lugar tradicional que durante los últimos años del siglo XX llegaron a relacionarla con el bullicio de la vida nocturna, pues el sitio es considerado por algunos como el Garibaldi de Durango.

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Sucede que luego de su reciente remodelación, este importante sitio que forma parte del Centro Histórico de la capital duranguense, se asocia con la prostitución, el consumo de embriagantes y lo que algunos consideran y llaman abuso policiaco, común para el “acarreo de borrachitos y suripantas” por parte de los municipales.

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